Has llegado al final de la tabla, al sótano de la eficiencia. Si has visto una etiqueta energética con la letra G en un intenso color rojo, no hay lugar a dudas: estás ante el producto menos eficiente del mercado. La eficiencia energética de tipo G es el suspenso más bajo, un auténtico agujero negro de energía. En esta guía te voy a explicar qué implica esta calificación, el desastre que supone para tu cartera y por qué no deberías llevarte a casa un aparato con esta etiqueta.
La clase G al descubierto: el farolillo rojo de la eficiencia
En la escala de la etiqueta energética, la clase G ocupa el último y peor puesto. Es la categoría asignada a los productos y viviendas con el mayor consumo de energía permitido por la ley. Representa la ineficiencia en estado puro.
- El máximo derroche permitido: un producto de clase G es una máquina de consumir electricidad. Para hacer el mismo trabajo, puede necesitar el doble o incluso el triple de energía que un modelo de gama media (clase C o D).
- Tecnología completamente obsoleta: esta calificación suele corresponder a electrodomésticos con diseños y componentes muy antiguos, o a viviendas sin el más mínimo criterio de aislamiento o eficiencia.
Tener un producto de clase G es como intentar llenar un cubo de agua que tiene un agujero enorme en el fondo: un esfuerzo inútil y un desperdicio constante de recursos y dinero.
¿Dónde se esconde la ineficiencia extrema de la clase G?
Afortunadamente, cada vez es más difícil encontrar electrodomésticos nuevos de clase G en las tiendas, ya que los estándares mínimos de fabricación son cada vez más exigentes. Sin embargo, la clase G sigue muy presente en dos ámbitos:
En electrodomésticos de segunda mano o muy antiguos
El principal peligro de la clase G reside en el mercado de segunda mano o en esos electrodomésticos que tenemos en casa desde hace más de 15 o 20 años. Ese viejo frigorífico que todavía “funciona bien” es, con toda seguridad, un clase G que está devorando tu factura de la luz sin que te des cuenta.
En el certificado energético de los edificios más viejos
Una calificación G en el certificado energético es la peor noticia posible para una vivienda. Describe a un edificio energéticamente ruinoso: sin aislamiento, con ventanas que no ajustan, puentes térmicos por todas partes y sistemas de climatización prehistóricos. Son casas que resultan increíblemente caras de calentar en invierno y de enfriar en verano.
El coste real de la clase G: una sangría económica y ambiental
Aquí no hay medias tintas. La diferencia de consumo es tan brutal que asusta. Un frigorífico de clase G puede consumir fácilmente más de 600 kWh/año, mientras que un modelo eficiente de clase C puede rondar los 150 kWh. Con el precio actual de la electricidad, eso puede suponer una diferencia de más de 150 euros al año en la factura de la luz por un solo electrodoméstico.
Si a eso le sumas el impacto ambiental, la decisión es todavía más clara. Un mayor consumo implica una mayor quema de combustibles fósiles, más emisiones de CO₂ y un mayor daño al planeta. La clase G es insostenible por todas partes.
Si tienes un electrodoméstico de clase G en casa (o uno muy antiguo sin etiqueta), cambiarlo no es un gasto, es la mejor inversión que puedes hacer. El nuevo aparato se pagará solo con el ahorro que te generará en la factura.
La única acción posible: huir de la clase G
A diferencia de otras categorías donde podía haber un debate sobre el presupuesto, con la clase G no hay discusión posible. No existe ningún escenario en el que comprar o mantener un producto de clase G sea una buena idea.
Cualquier “ahorro” que puedas obtener al comprar un producto de segunda mano o al no querer cambiar tu viejo aparato se verá pulverizado en pocos meses por el sobrecoste en la factura eléctrica. Es una decisión que solo te traerá gastos y un confort pésimo en tu hogar.
¿Quieres dar el salto a la eficiencia?
Si has descubierto que tu casa o tus electrodomésticos están en esta categoría, es el momento de actuar. Llámanos y te daremos las claves y las mejores soluciones, como la aerotermia o el aislamiento, para transformar tu hogar en un espacio eficiente y confortable.
Preguntas frecuentes sobre la eficiencia energética tipo G
¿Sigue siendo legal vender productos de clase G?
▲Sí, mientras cumplan con los estándares mínimos de ecodiseño de la UE, es legal. La etiqueta energética no prohíbe, sino que informa. Sin embargo, cada vez es más difícil encontrar electrodomésticos nuevos con esta calificación, ya que los propios fabricantes han mejorado sus procesos para evitarla.
Mi casa tiene una calificación G. ¿Es muy caro mejorarla?
▼La inversión inicial para una reforma energética puede ser importante, pero los beneficios son enormes. Mejorar una vivienda de clase G a una clase C o B puede reducir la factura de calefacción y refrigeración hasta en un 70%. Además, existen numerosas subvenciones y ayudas públicas, como las de los fondos Next Generation, que te pueden ayudar a financiar una gran parte de la obra.